Carta para todas las Ex-alumnas Vicentinas
Colegio San Vicente de Paúl - "Bodas de Oro"
Jauja, 31 de Diciembre del 2010
Para toda ex-alumna Vicentina
Presente.
Estimadas compañeras:
Es muy grato poder enviarles estas líneas primero agradeciendo a nuestra protectora Madre de la Medalla Milagrosa por esta oportunidad, y aprovechando esta para agradecer sobremanera las muestras de cariño y fidelidad a nuestro querido Colegio, en los dias de celebración de las "Bodas de Oro".
Este blog quedara abierto para las sugerencias y posterior implementación con las noticias frescas que la nueva Directiva y las Ex-alumnas Vicentinas desde cualquier parte del mundo puedan enviar, y para todas las chicas nuestro deseo que todo sea éxitos en su vida familiar y profesional.
Desde ya nuestro agradecimiento a todas las Hijas de la Caridad que tuvieron la responsabilidad de guiar y conducir nuestro querido colegio así como a las profesoras, personal administrativo y de servicios en general.
" CON AMOR ...VICENTINAS "
PD. Enviar sus comentarios y sugerencias a ésta su página, de la misma forma rogamos nos envíen las fotografías de su promoción con el nombre y año de las mismas para publicarlas en la edición del Álbum de Oro.
Utilizar este único correo electrónico para tal fin:
vicentinasjauja@gmail.com
junio 26, 2010
La Compañía de las Hijas de la Caridad en el Perú (parte 5)
Las Compañía de las Hijas de la Caridad en el Perú (parte 4)
junio 19, 2010
La Compañía de las Hijas de la Caridad en el Perú (parte 3)
NUEVOS DESPERFECTOS EN EL BUQUE
Esta vez sería la duración de la reparación de un mes. Al llegar al buque a Valparaíso se detuvo originando un desembarque de un mes. No habiendo Hijas de la Caridad en este lugar, las Hermanas tuvieron que recurrir a las religiosas de los Sagrados Corazones, donde fueron muy bien atendidas. Por fin llegó el ansiado día del desembarco en el puerto del Callao.
LLEGADA
Feliz coincidencia 2 de Febrero de 1858 fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen y presentación del Niño Jesús en el templo, sería quien presentaría a estas Hermanas a su Divino Hijo, para trabajar en la misión salvífica en la hermosa tierra peruana y sería para siempre una fecha memorable.
Feliz coincidencia la Virgen es “la única Madre de la Compañía” y Ella daba la entrada y comienzo de una expansión de las Hijas de la Caridad en el Nuevo Continente.
RECIBIMIENTO E INSTALACIONES
En una mañana del caluroso mes de Febrero desembarcaron en la bahía del Callao, como un dulce mensaje de amor y de paz, con sus albas tocas y azules hábitos, las primeras Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl que llegaban al Perú. Mientras ellas con alegría misionera ganaban tierra, en la rada se mecía suavemente el barco francés que las había traído desde el puerto da Burdeos y como dijimos ya tenía el simbólico nombre de ‘Saint Vicent de Paul”.
Eran 45 Hermanas jóvenes, intrépidas y gentiles, bajo la dirección de su Visitadora Sor Teresa Bourdt. En el muelle y en las calles del puerto, la gente se aremolinaba con curiosa simpatía. Las autoridades, en particular el Prefecto Señor Dañino y el Alcalde Coronel Dulanto, las saludaron y acompañaron hasta la estación del ferrocarril. Partieron luego a Lima, y en la estación de San Juan de Dios, se encontraron con una multitud aún más entusiasta y selecta formada por Socios de la Beneficencia, a cuya cabeza se encontraba su Director Aquiles Allier rodeado de la empeñosa Junta Permanente compuesta por los Señores Carasaa, Freyre, Vafle—Riestra, Landaburu1 Rueda, Brenner, Maury, La Rosa y Prieto. Miembros del Clero y distinguidas damas de la sociedad de Lima formaban también parte de aquel nutrido conjunto que dio cordial y vibrante bienvenida a las Hermanas. Los Caballeros lucían sus sombreros de paja de Italia y sus blancos chalecos de piqué. Las damas sus claros trajes de gasa y muselina con graciosos volantes. Procesionalmente todos avanzaron por las calles de Boza, Baquíjano, y la Merced, hasta el templo de esta advocación, donde se cantó el Te—Deum. Luego las recién llegadas pasaron al antiguo local que había sido convento carmelitano de Santa Teresa.
Los cuatro establecimientos para los cuales habían sido llamadas las Hermanas no estaban terminados y listos para recibirlas y provisionalmente quedarían allí. Pero, Dios que dirige a sus elegidos, lo permitió para que las mismas Obras existentes en Santa Teresa fuesen confiadas a las Hermanas. En este mismo lugar se acordó fuese la Casa Central de las Hijas de la Caridad.
Poco a poco fueron tomando a su cargo otros establecimientos como Hospitales, Hospicios, Orfanatos y demás obras para las que habían sido llamadas.
Entre las personas que esperaban en el muelle, cuentan las Hermanas que vieron a una señorita de aspecto distinguido con largo traje negro y una cruz de plata sobre el pecho, vestido que era semirreligioso, y que se echó en sus brazos con visible emoción, era Virginia Carassa de quien ya hablamos más adelante y que desde el primer momento de ver cumplido su anhelo se convirtió en intérprete y Secretaria de Sor Visitadora y no pasó mucho tiempo sin que tomase el hábito de Hermana. Junto con las Hermanas llegaron asimismo dos misioneros, los PP. Antonio Damprum y Juan Bautista Thieuoud y el Hermano Nicolás Deberle, fundados también por San Vicente de Paúl.
Las primeras 45 Hijas de la Caridad que llegaron al Perú en una radiante mañana del 2 de Febrero de 1858:
Sor Thórese Veronique, BOURDAT la Visitadora Francesa
Sor Joséphine de BERNARD la Asistenta Francesa
Sor Caroline de TREMAUDAN Francesa
Sor Monique LAQUEVRE Francesa
Sor Herminie SUIFSE Francesa
Sor Elizabeth JOURDiIN Francesa
Sor Genevieve JOURDAIN Francesa
Sor Jeanne REGNIER 2da.Asistenta Francesa
Sor Marie Anne PITTET Suiza
Sor Marie Anne ROLLAND Francesa
Sor Marie PORTAIL Francesa
Sor Marie Gabrielle PHILIPSKY Austriaca
Sor Rosalie Mayard Francesa
Sor Cecile LEGE Francesa
Sor Jeanne BEFSENAY Francesa
Sor Josephine DUNAND Francesa
Sor Jeannette LAMY Francesa
Sor Jeanne BONJOUR Francesa
Sor Marie ROCHE Francesa
Sor Caroline MAUCLAIR Francesa
Sor Marie REUNAUD Francesa
Sor Jeanne CLAVERIE Francesa
Sor Marie CRETIN 1ra.Directora Seminario. Francesa
Sor Jacoba JULIÁN Española
Sor Denise BOUTONNET Francesa
Sor Anne GUILLEMIN Francesa
Sor Luise BOUHER Francesa
Sor Marie Thérese COMPAGNON Francesa
Sor Marie BAQUE Francesa
Sor Marie Anne JULIEN Francesa
Sor Jeanne ROQUEFSALANES Francesa
Sor Marie Louse CLISSON Francesa
Sor Marie MACHARD Francesa
Sor Anne ISECQ Francesa
Sor Victoire LOUVEL Francesa
Sor Claudine POURTAL Francesa
Sor Marie FÁYT Francesa
Sor Anne JEUDI Francesa
Sor Rose LUCIE Francesa
Sor Anne TRESFERRE Francesa
Sor Francoise DUMESTE Francesa
Sor Marie de GEORGIS Italiana
Sor Marie Louise BORREL Francesa
Sor Virginie DANJOU Francesa
Sor Marie BESOIN Francesa
La Compañia de las Hijas de la Caridad en el Perú (parte 2)
EMBARQUE DE LAS HERMANAS Y MISIONEROS DE LA CONGREGACION DE LA MISION
La partida no pudo realizarse hasta el 19 de Setiembre de 1857. Cinco días antes, el 14 si grupo dejó París, acompañado por el Superior General R. P, Etienne y la Superiora General, R. M. Devos, quienes abandonaron sus arduas ocupaciones para alentar y bendecir en Burdeos a los viajeros, Las Hermanas procedían de muy distintas casas y no se conocían hasta la víspera, pero pronto se estableció entre ellas el lazo de fraternidad cristiana y el espíritu muy vicenciano de la Compañía. No todas eran francesas; había una española, una italiana, una suiza y una austriaca. La dirección fu encargada al R. P. Antonio Damprum que sería Director de la Nueva Provincia y a Sor Teresa Bourdat, que tendría el cargo de Visitadora de inolvidable memoria.
El “Saint Vicent de Paúl” (Hermosa coincidencia de tener la nave el nombre del Santo Fundador de las Hijas de la Caridad) que las esperaba en el puerto era un velero relativamente pequeño y con escasas comodidades, El Padre Etienne y la Madre Devos estuvieron a bordo hasta dejar a todos acomodados, luego vino la emocionante bendición y las palabras del R. P. Etienne: “Hijas mías siento no poder acompañaros, no ofreceros el visitaros en tan lejanas tierras, pero en el R. P. Drampum deposito mi corazón con su paternal afecto, y, en Sor Bourdat, os confío como una verdadera madre, cuyas cualidades me son bien conocidas desde hace largo tiempo. Partid pues, hijas mías y sed muy felices por haber sido destinadas a extender la luz del Evangelio y el amor de Cristo a los Pobres de aquellas comarcas. Recibid la Bendición como os la daría San Vicente nuestro Padre. Tened mucha confianza en Dios. Y seguidamente la lenta partida mientras las velas iban desplegándose como blancas alas sobre los mástiles.
TRAVESÍA
Las grandes distancias de uno a otro Continente hicieron que las Hermanas permanecieran en el barco durante cinco meses y se caracterizó por la estrechez del barco, el calor sofocante de los mares tropicales, las calmas que parecían clavar el buque en el mismo sitio y por las tempestades de la zona austral de Sudamérica.
Durante este espacio de tiempo prestaron sus servicios a la tripulación, ocupándose de arreglar las ropas, sintiéndose ya en sus actividades de Servicio y el Capitán y su tripulación tuvieron gran satisfacción del beneficio que se les prestó.
Al aproximarse a Río de Janeiro un desperfecto del barco, en la brújula, ocasionó una interrupción en la marcha del viaje, y considerando que el arreglo sólo sería de 48 horas, el Capitán dio orden de permanecer en el buque y no desembarcar ningún pasajero, Las Hermanas consideraron providencial este accidente y pensaron hubiera sido un buen descanso el desembarcar y visitar a las Hermanas de aquel lugar. Ante la orden general del Capitán quiso hacer de intermediario de las viajeras, ya que esta privación impuesta era causa de pena, para aquellas que tanto bien les hacían. El mismo, se presentó en la Casa de Misericordia, donde fue recibido por la Hermana Sirviente quien no podía conformarse a no entrevistarse con las Hermanas que viniendo de la Casa Madre, podrían hablar y sentirse fraternalmente unidas. El Capitán vencido por la convicción de las palabras de la Superiora, entabló el siguiente diálogo; Hermana, temo que mis pasajeras se sientan tan bien en compañía de Ustedes, que se quieran quedar en Río y no quieran volver a bordo. Con el entusiasmo de quien ha de vencer para conseguir lo deseado, la Superiora, contestó:
Nosotras partiremos en su lugar para que Ud. Tuviese siempre el “completo”. No, No, replicó el Capitán quieren ya tanto el Perú, que no preferirían el Brasil. Autorizado el desembarque de las pasajeras encontraron en el puerto a las Hermanas de Río que llegaron a recibirlas con fraternal acogida.
Era sorprendente el desfile numeroso de Hermanas que atravesaban las calles de la población y que después de aquel feliz encuentro regresaron acompañadas por las que tan alegremente las recibieron.
Por largo tiempo se conservó el recuerdo de aquel grupo que de dos en dos marchaban con alegría y gozo dibujado en sus rostros y que atraía a la gente por el maravilloso espectáculo; les seguían de un lagar a otro hasta la orilla del mar. El silencio respetuoso de los seguidores, manifestaban la reacción que causaba la presencia de las Hermanas.