¿CÓMO PREPARA EL SEÑOR LOS CAMINOS? Una joven, Virginia Carassa, de la alta sociedad de Lima, hija de don Francisco Carassa, antiguo y futuro Director de la beneficencia el más cabal y puro símbolo de la Institución en el siglo XIX, por su eficiente y acrisolada consagración a ella. Virginia había sido la hija mimada de su padre a quien concedía toda clase de satisfacciones: educación especial, trajes lujosos, concurrencia a bailes, teatros y corridas de toros. Su vida, sin embargo, cambió por completo un día que creyó escuchar un mensaje de ultratumba de una amiga muerta en plena juventud que le hacía recordar que “había infierno”, algo de que antes ambas habían dudado. Modificó entonces radicalmente su vida, vistiendo un traje casi monacal. Su carácter era vivo y dinámico, su imaginación ardiente.
Durante los debates constitucionales de 1856 en que se discutían prerrogativas eclesiásticas fue organizadora de las famosas manifestaciones de las damas de Lima en las galerías del Congreso, que ha recogido la Historia y para lo cual recorría las casas concitando la determinación de sus adeptas. La lectura de la vida de San Vicente había iluminado sobrecogedoramente su conciencia. Se hizo la determinación de ingresar en la Comunidad de las Hijas de la Caridad. Su padre rehusó el permiso pero finalmente lo concedió a condición de que no abandonara su País ¿Cómo hacerlo si la Comunidad no existía en el Perú?
Pues trayéndola, se dijo, y desde entonces comenzó a luchar por este propósito, para lo cual coincidía con la Sociedad de Beneficencia con el Gobierno y con el ambiente público. Don Francisco Carassa fue el gestor interno de este efecto dentro de la Institución y su hija la promotora externa, en coincidente voluntad.
El Director de las Hijas de la Caridad de Chile fue el coordinador intermediario entre la solicitante y el Superior General de la Congregación de la Misión, el muy Honorable Padre, Etienne accedió a la petición y se hicieron cuantos trámites fueron necesarios.
CONTRATO: 29 DE MAYO DE 1857. El contrato, en efecto, se firmó en París el 29 de Mayo do 1857 por el Señor Francisco de Rivero, Ministro Plenipotenciario del Perú en. Francia y el Reverendo Padre Juan Bautista Etienne, Superior General de la Congregación de la Misión.
El primero llevaba, además de la representación del Gobierno Peruano entonces en manos del glorioso Mariscal Castilla, la del Ilustrísimo Arzobispo de Lima José Manuel Pasquel y la de la Beneficencia Pública de Lima.
El contrato especifica, en su parte inicial, que el Superior General de la Congregación de la Misión y la Superiora General de las Hijas de la Caridad aceptan la invitación que les ha dirigido el Supremo Gobierno, el Ilustrísimo señor Arzobispo de Lima y la Beneficencia para establecer en el País las dos instituciones, luego lo garantiza su legal y su libertad de acción religiosa, conforme a sus Constituciones, se acepta el patronato del Arzobispado de Lima, y se fija el número de tres sacerdotes y un hermano coadjutor para fundar una casa de la Misión y dieciocho Hermanas para el Hospital de San Andrés, catorce para el Hospital de Santa Ana, ocho para el Hospital de San Bartolomé y cuatro para la casa de Misericordia o de Huérfanos. Se prevé el aumento o desarrollo de ambas Congregaciones en el Perú, los modestos estipendios anuales en francos, las eventualidades de enfermedad o de muerte y las prerrogativas en la administración de los establecimientos, autoridad sobre el personal subalterno y demás pormenores que siempre se fijan de antemano en estos casos. Cooperó eficientemente el Cónsul General del Perú en Francia Don José María del Ponto. Las instrucciones del Gobierno las expidió el Ministro de Relaciones Exteriores Don Juan de Dios Melgar.
Suscribieron también el Contrato (Convenio):
Sor Isabel Montcellet, Superiora General
Sor L. Huret, Asistenta
Sor F, Laquette, Ecónoma y
Sor M, Coste.
El convenio contenía 18 (dieciocho) cláusulas y según los incisos primero y segundo del Articulo 1, se encargarían las Hermanas de la inspección, vigilancia y dirección de todo lo concerniente al buen gobierno y marcha de las obras a ellas confiadas; tendrían las llaves, abriendo y cerrando las puertas a las horas convenidas de acuerdo con los Administradores respectivos, podrían encargarse de los pagos de los empleados, si lo consideraban oportuno; compras y gastos de lo que fuese necesario para el funcionamiento del buen servicio general, dando cuenta semanalmente de la economía y administración; elegirían al personal de acuerdo siempre con el personal administrativo. Este Convenio había de sufrir algunas modificaciones con arreglo a los tiempos y necesidades; así ocurrió, el 24 de Julio de 1881 conforme a lo acordado en la Junta Particular en el mismo mes firmado por el Director Manuel Candamo y el Superior de la Congregación de la Misión, R.P, Cosme Mivielle.
Con fecha 16 de Junio, 20 de Julio y 24 de Noviembre de 1899 y 26 de Febrero de 1900, siendo Director de la Beneficencia Don Antero Aspíllaga, se pactaron nuevas modificaciones sobre las que figuraban el aumento de Hermanas y Misioneros y los gastos relativos a los pasajes de Europa al Nuevo Continente.
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